La belleza…
reconforta
Tu belleza… gema tonificante
Admirarla… hechizo irresistible
Tu silueta… poema divino
Tú… un sol
Por eso:
Cuando descansas… te contemplo
Cuando caminas… me enloqueces
Cuando miras… me encantas
Cuando sonríes… me enterneces
Cuando hablas… me conmueves
Cuando escribo… me iluminas
Cuando duermo… te sueño
Cuando rezo… te evoco
Cuando dudo… me alientas
Cuando viajo… te añoro
Así, en el tiempo concluí:
Tu persona… una deidad
Tu amor… una bendición
Tu ausencia… un tormento
Tu presencia… un sortilegio
Tú… mi universo
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