¿POR QUÉ NO PREGUNTAS, ERES MUDA?
Por
El Güero Karl
Morelos
Cómo criticamos la incapacidad de las personas ajenas para comprendernos
y muy pocas veces nos ponemos a pensar en nuestra propia incapacidad de empatía
para con otras.
Nos hace falta conciencia de clase, conciencia humana, conciencia
empática. Parecería algo obvio lo obvio, sin embargo, pocas veces pensamos en
qué tanta obviedad existe en las cosas que defendemos o exponemos.
Si bien es cierto que cuando nos comunicamos estamos entablando una
relación de diálogo, es porque la otra que se nos presenta, puede –aunque hay
quienes exigen que maticemos si verdaderamente pueden entablar un diálogo
equilibrado, en tanto los temas que son de nuestro interés- manejarse con una “igualdad”
de capacidades.
Yo no sé si hay que exigirle al lector narrativo –entiéndase cualquier
tipo de información que deba ser interpretada por otra persona- o no, pero
sería necesario poder exigirle a las personas un poco más de lo que nos han
hecho creer que podemos entender.
Parece que no tenemos la capacidad para comprender lo que nos expresan. Estamos
aislados, nos han aislado. ¿Por qué?
Ángel Rama menciona que existen círculos de intelectuales que se han
hermetizado entre sí para apropiarse de estas esferas de “sabiduría”, del
conocimiento. Lo han privado. Institucionalizaron el conocimiento.
¿Qué tan idiotas nos han hecho
creer que somos? Todos somos idiotas. Todas somos inteligentes. ¿Qué no tenemos
conocimientos diversos? Quizá sepas de siembra, de geometría, medicina
tradicional. ¿Por qué seguir sin exigirles
a nuestras interlocutoras?
Podríamos intentar ser un poco más explícitos con los que decimos, con
lo que pensamos. Hacer uso más amplio del lenguaje, forjar nuevos términos,
reconfigurar conceptos. Deberíamos poder apropiarnos del lenguaje -como tantas
veces lo hemos hecho- para poder decir lo que verdaderamente queremos decir sin
las ataduras de los límites de nuestro intelecto. Sin creernos superiores a
otras personas. Sin creernos inferiores a otras personas; buscando la mejor
forma para hacernos explicar.
Hablar sin temor a decir una tontería. Buscar la mayor riqueza de
“nuestro” lenguaje para decir lo que procuramos transmitir. Sin limitarnos a
hablar, sin limitarnos a comprender. Preguntar lo que no entendemos. Preguntar
y responder.
Así de sencillo es el conocimiento, así de sencillo es el lenguaje.
Hablando se entiende la gente. Para nada puede ser algo que deba tirarse en
saco roto. Pero a veces –bastantes veces- sólo a veces, deberíamos poder
callarnos y buscar escuchar a otras personas para comprender QUÉ nos quieren
decir…
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