domingo, 19 de marzo de 2017

LUIS EDUARDO ANGUIANO, Cuernavaca, ¿medio ambiente y economía?

CUERNAVACA, ¿MEDIO AMBIENTE Y ECONOMÍA?

Por 
Luis Eduardo Anguiano
Morelos


¡Cuernavaca! Un municipio maravilloso, con un clima privilegiado, con una ubicación envidiable, con hombres y mujeres de grandes fortalezas, y extraordinarios pobladores talentosos dentro de la cultura, las artes, la música, las danzas autóctonas, la ciencia y la tecnología, el deporte; con mujeres y hombres trabajadores…

Pero a pesar de todo esto, me pregunto qué nos ha pasado a lo largo de todos estos años en los cuales nos hemos enfrascado, atorado, donde la primavera y el cuidado del medio ambiente nos lo hemos estado acabando; sus cauces, sus barrancas, sus achololes, sus apantles que hasta hace poco corrían por gran parte de la ciudad alimentado huertas, jardines, arboles frutales, guayabas de diferentes calidades como la pomarrosa, IDENTIFICÁNDONOS por ello, con el mote de guayabos. ¿Dónde están?

Si, lo sé: sumergidos y acabados en placas de cemento, calles, carreteras, fincas  convertidas en fraccionamientos y unidades habitacionales; casas habitación sin medida, edificios construidos en barrancas. Estas barrancas que para los científicos y los guayabos, sabemos, son lo que nos permite refrescar el ambiente, el clima y el equilibrio  ecológico, y esa condición de la eterna primavera, ¿DÓNDE QUEDÓ?

No es más que solo un sueño que parece haberse perdido dentro de una pesadilla que fue asesinada por malos funcionarios, con una serie de corruptelas escondidas en el bajo concepto de “desarrollo”;  edificios que embrutecen, que matan y que rompen con los equilibrios elementales del medio ambiente; esa eterna primavera frustrada por hábiles reptiles rastreros que han condicionado su desarrollo a treinta monedas. La verdadera traición en la que han participado en forma indiscriminada los hombres que a la vista del materialismo han robado a sus propios hijos el mañana.

Y otra pregunta: ¿por qué no se crece a la velocidad de otros municipios?
Es fácil visitar nuestra República y ver que nos hemos estancado en una ciudad sucia, maloliente, con calles y banquetas destrozadas, con falta de conciencia para nuestros hermanos discapacitados; banquetas infranqueables llenas de obstáculos como postes de telefonía, luz y casetas telefónicas; también anunciantes, sin considerar  siquiera las normas mínimas internacionales para acceso a discapacitados.

Y qué decir del bajo o nulo desarrollo económico en la entidad, cuando se podría fortalecer fomentando la siembra de arboles frutales para el consumo familiar.
Una economía de baja expectativa, con grandes obstáculos que agregan significativamente el valor de los productos, como por ejemplo, la falta de estacionamientos en la vía pública; pareciera que se trata de evitar a toda costa que el viejo comercio formal desaparezca, con un ayuntamiento que en vez de apoyar y dar soporte trata de aniquilar.

Es claro: basta tan solo caminar por las calles de Cuernavaca para constatar que la desesperación de la gente por obtener un empleo ha sido cambiada por miles de trabajos informales, teniendo por único recurso el poder atrincherarse en las calles para buscar una oportunidad de alimento y sustento para su familia, y que ahora el sistema tributario pretende hacerlos formales cuando apenas les alcanza para el sustento diario.

¿Qué han hecho de Cuernavaca?
¡Me dueles México!


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