CUERNAVACA, ¿MEDIO AMBIENTE Y ECONOMÍA?
Por
Luis Eduardo Anguiano
Morelos
¡Cuernavaca! Un municipio maravilloso, con un clima privilegiado, con una ubicación envidiable, con
hombres y mujeres de grandes fortalezas, y extraordinarios pobladores
talentosos dentro de la cultura, las artes, la música, las danzas autóctonas,
la ciencia y la tecnología, el deporte; con mujeres y hombres trabajadores…
Pero a pesar de todo esto, me pregunto qué nos ha pasado a lo largo de
todos estos años en los cuales nos hemos enfrascado, atorado, donde la
primavera y el cuidado del medio ambiente nos lo hemos estado acabando; sus cauces,
sus barrancas, sus achololes, sus apantles que hasta hace poco corrían por gran
parte de la ciudad alimentado huertas, jardines, arboles frutales, guayabas de
diferentes calidades como la pomarrosa, IDENTIFICÁNDONOS por ello, con el mote
de guayabos. ¿Dónde están?
Si, lo sé: sumergidos y acabados en placas de cemento, calles,
carreteras, fincas convertidas en
fraccionamientos y unidades habitacionales; casas habitación sin medida,
edificios construidos en barrancas. Estas barrancas que para los científicos y
los guayabos, sabemos, son lo que nos permite refrescar el ambiente, el clima y
el equilibrio ecológico, y esa condición
de la eterna primavera, ¿DÓNDE QUEDÓ?
No es más que solo un sueño que parece haberse perdido dentro de una
pesadilla que fue asesinada por malos funcionarios, con una serie de
corruptelas escondidas en el bajo concepto de “desarrollo”; edificios que embrutecen, que matan y que
rompen con los equilibrios elementales del medio ambiente; esa eterna primavera
frustrada por hábiles reptiles rastreros que han condicionado su desarrollo a
treinta monedas. La verdadera traición en la que han participado en forma
indiscriminada los hombres que a la vista del materialismo han robado a sus
propios hijos el mañana.
Y otra pregunta: ¿por qué no se crece a la velocidad de otros municipios?
Es fácil visitar nuestra República y ver que nos hemos estancado en una
ciudad sucia, maloliente, con calles y banquetas destrozadas, con falta de
conciencia para nuestros hermanos discapacitados; banquetas infranqueables
llenas de obstáculos como postes de telefonía, luz y casetas telefónicas;
también anunciantes, sin considerar
siquiera las normas mínimas internacionales para acceso a
discapacitados.
Y qué decir del bajo o nulo desarrollo económico en la entidad, cuando
se podría fortalecer fomentando la siembra de arboles frutales para el consumo
familiar.
Una economía de baja expectativa, con grandes obstáculos que agregan
significativamente el valor de los productos, como por ejemplo, la falta de
estacionamientos en la vía pública; pareciera que se trata de evitar a toda
costa que el viejo comercio formal desaparezca, con un ayuntamiento que en vez de
apoyar y dar soporte trata de aniquilar.
Es claro: basta tan solo caminar por las calles de Cuernavaca para
constatar que la desesperación de la gente por obtener un empleo ha sido
cambiada por miles de trabajos informales, teniendo por único recurso el poder
atrincherarse en las calles para buscar una oportunidad de alimento y sustento
para su familia, y que ahora el sistema tributario pretende hacerlos formales
cuando apenas les alcanza para el sustento diario.
¿Qué han hecho de Cuernavaca?
¡Me dueles México!
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