martes, 28 de marzo de 2017

EDGARY VÁZQUEZ, Leyendas familiares del ayer

LEYENDAS FAMILIARES DEL AYER

Por 
Edgary Vázquez
Morelos

Mi abuelo tenía más o menos 15 años, caminaba con su padrino al otro pueblo, los dos, puesto que era una semana de festejos. En eso andaban, cuando encontraron un perro negro, feo, todo mosqueado atravesado a la mitad. Su padrino se acercó al animal, sin tocarlo se quitó su sombrero y lo depositó a unos centímetros de la cabeza del animal, boca arriba; apoyó una de sus rodillas en el suelo y con el pie, a escasos milímetros de su huarache con el cuerpo del perro,  dirigiéndose a este le dijo: ahí te encargo mi sombrero, vamos con mi ahijado al pueblo de Zacadillas, por la feria, ahí luego que regrese paso por él.
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         -Oiga padrino, ¿qué hace?, este es un animal y ya muerto, vea como tiene de moscas y el olor tan feo que suelta-

-          -Luego te explico chamaco, ahora jálale, que pa luego es tarde-

Llegaron al pueblo y se sumaron a los festejos. Primero a la corrida de toros, después a los gallos, el juego de cartas con los compadres no podía faltar, todo esto mientras la música y la bebida eran las constantes en la plaza.
Ya en la madrugada, poco antes de amanecer, mi abuelo le habló a su padrino, que parecía no notar el paso de las horas.

-           -Padrino, ya vamos, ya casi es de día, mi ma va a estar con el pendiente-
-   
          -Pérate, ahorita no, que puede salir una culebra de los matorrales, ya que salga el sol te vas, pero por otro camino, por la loma larga, no por donde llegamos. Le dices a tu madre que aquí sigo y que me quedaré uno o dos días más en casa de mi compadre Jacinto –

Con la mirada vidriosa por la bebida ingerida, volvió a recalcar - Recuerda, te regresas por la loma larga y avisa que me quedo unos días más-

Mi abuelo así lo hizo, se fue por el camino indicado y después de dos horas de trayecto, pasó el recado a su madre.

-          -¡Chamaco! ¡Chamaco! ¡Ven acá! Ve al pueblo de Zacadillas y tráete a tu padrino. Ya lleva tres días así y luego se pone mal, dile que ya estuvo bueno de tanta tomadera-

-           -Si ama, voy por él-

Caminó el joven en busca de su padrino, sumido en sus pensamientos y encaminándose por el camino original de la primera vez. Cuál no sería su sorpresa al ver al mismo perro, exactamente igual que la primera vez. Con las mismas moscas, la misma pose, el mismo estado. Se acercó con cuidado sin dar crédito a lo que veía y entonces, ahí lo inverosímil ocurrió:  habló el animal y le dijo: 

-         -Ve por tu padrino, dile que ya no me aguanto del hambre, que ya quite esto pa que me pueda largar y transformarme-

El joven dio un brinco para atrás y se dio un golpe. ¡El perro habló! No supo qué hacer o decir, tan sólo emprendió la huida veloz en busca de su padrino. Y si, lo encontró, dormido en una silla y con unos envases de cerveza  a su lado. La música, el jolgorio, la verbena seguía como el primer día, como si los festejos recién iniciaran.

-        -¡Padrino, padrino, despiértese! Mi madre me mandó a buscarlo, pero… pero… el perro, habla, está igual, que… dice… el…-

-          -Condenado escuincle, ¡no me despiertes de golpe! Si ya, ya me desperté. Ahora sí vámonos, de por sí ya se me acabo el dinero y mi compadre quién sabe dónde ande-

Caminaron en silencio, hasta el punto donde estaba el perro sin moverse, únicamente los ojos y agudizando el oído al escuchar las pisadas.

-          -¿Qué pues, ya te quieres ir dice mi ahijado? –
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          -Le… ¿hablaba al perro?- Pero, antes de que el joven saliera de su asombro, el animal le respondió:
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          -Ya te divertiste en la feria, ahora quítame esto o si no…-

-      -¿Qué? ¿Qué vas a hacer brujo? ¿Crees que no sé quién eres en tu forma humana? Ahí te voy a dejar pa que te mueras de hambre, lo que te puse es la corona de Cristo y si no quiero, no la quito, y sabes que nada puedes hacer si no lo hago-

-        -Vamos, solo jugaba –dijo el perro-, no era en serio, solo… ¿podrías, ser tan amable de quitar tu sombrero para que me pueda ir? Te doy mi palabra que no te haré nada….-
-          
         -Lo quito con una condición brujo, deja de envenenar el agua de mi pueblo, ni te acerques a robarte las gallinas y donde te vea cercas de mi familia, mi ahijado o cercas del pueblo, ahí sí te cazo y te dejo atrapado en alguna de tus transformaciones-
   
    Después de esto, el padrino saco un polvito del morral que llevaba y lo esparció alrededor del perro, dijo algo que no se le entendió y después de eso, quitó su sombrero lentamente.

-          -No es que no crea en ti brujo, pero, tú sabes…-
-          -Si…lo sé…-


El perro se pudo incorporar después de que se retiró el sombrero, y se fue; perdiéndose entre los árboles y arbustos de una manera más rápida de lo normal.

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