JAZZ EN MORELOS
Por
Miguel
A. Izquierdo
Morelos
Dos
momentos extraordinarios del Festival de Jazz de Morelos 2017.
Tony
Anzurez, como Geovanni Marroquín y otros coorganizadores del Festival de Jazz
2017, tienen sus méritos por lo logrado hasta hoy, a punto de terminar esta
edición del festival. Seguramente tendrán muchos otros. Esta vez quiero agregar
dos, que pude constatar, de significado que cala en lo hondo sobre nuestros
esquemas de entender la música, su producción, su sentido y su valor. Van dos
relatitos que tratan de exponerlos.
Antier
jueves, en el recinto armado sobre la Ecozona, tocaban Las Moscas Bravas. Iban
ganando al auditorio, que llenaba la escalinata Este del zócalo. Era la primera
presentación y con altas expectativas, el público asistía determinado a
escuchar a resonados grupos. Era quizás la sexta pieza, y pueden verlo en la
transmisión de video que difunde la Secretaría de Cultura estatal. El grupo
estaba concentrado en ella, sus miembros atacando cada uno sus instrumentos,
con frases que disfrutaban viéndolos vibrar. Es el minuto 31:33 del video se
acerca al centro del escenario una señora con pantalón a rayas y deposita algo
a la distancia que le alcanza el brazo, junto a los cables. Los músicos no lo
notan, como nos lo dijeron después. Quienes la vimos nos quedamos con la
incógnita. ¿Qué les dejó?
Tuvo
que terminar el concierto y con mis amigas Mary Lule, Lourdes de la Campa y
Jessica Zapata, corrimos para resolver la intriga. Vean la foto que tomamos.
Eran tres monedas y una medallita. Me atrevo a decir que fue todo lo que tenía
para compartir esa vendedora que anda por las calles del centro de Cuernavaca.
¿Por qué lo hizo?
Su
bella acción me lleva a las reflexiones que de vez en cuando nos empuja Andrés
Uribe Carbajal, haciéndonos ver el valor del trabajo de los músicos, de los
artistas. “Soy músico y valoro mi trabajo” es el nombre de un grupo que ha
fundado Danilo Estrada en 2013, que procura acabar con esa pésima concepción de
que los artistas deben trabajar de gratis. La vendedora lo sabe, por eso les
otorgó lo que pudo, lo que tenía disponible, valorando su trabajo, sin
detenerse en las formas, sin preguntar si estaban ya pagados, porque su corazón
así se lo dictó.
Las
Moscas Bravas se llevan un gran trofeo, oro puro venido del alma de una humilde
vendedora, agradecida por su música que la con-movió ante todos, al centro del
escenario y de este su relato.
El
relato segundo cocinándose.
Bravísimo Danae, rica y larga tradición la tuya, de la que nos beneficiamos por tu apertura y comprensión del todo!!!
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