DOS POR UNO, DOS
Por
Eduardo Robles
Morelos
Hace un par de días mientras
trataba de enseñarle las tablas de multiplicar a mi hija reflexioné sobre lo
complicado que podemos hacer las cosas; pensé en la interminable cantaleta del
“dos por uno, dos” y así sucesivamente hasta la del nueve. Nos encanta ponernos
piedritas en el camino, entre más complejo mejor. ¿Qué les pasa a los maestros
que le piden a una niña de siete años hacer ejercicios abstractos de
matemáticas?
Inmediatamente pensé que para
facilitarle el aprendizaje lo tendríamos que ejercitar de un modo tangible que
le permitiera entender el proceso que su cerebro hacía. Juntamos hojas de los
árboles y las colocamos en el piso de tal modo que ella pudiera observar la
operación… descubrió que “dos por tres” es igual que “tres por dos” y que si
conocía el resultado de cualquiera de ellas sabría en consecuencia el de la
otra.
Caminamos por el jardín y nos
detuvimos en la orilla de la alberca, le enseñé que si observaba bien el agua
mostraba el reflejo de nuestros cuerpos; y le dije: “que no te engañen las
matemáticas… así como el agua nos muestra nuestro reflejo así las matemáticas
nos muestran su resultado”.
Me preguntarán ¿Qué tiene que ver
esto con la vida complicada? Yo creo que todo, nos encanta pedirnos
abstracciones de cuestiones que basta con estar atentos a nuestros sentidos
para resolverlas. Entre más complicada sea la vida para algunos es mejor, día
con día suman nuevos problemas para nunca encontrar las soluciones simplemente
para tener una vida llena de tareas.
¿QUIÉN ES EDUARDO ROBLES?
¡Alto ahí! ¿Quién va? Me llaman Eduardo, nací en Morelos. Me
gusta la vida complicada porque puedo hacerla menos compleja… ¿quieres saber
más de mí?
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