PODEROSO
CABALLERO ES DON DINERO
O
¿FIN DEL POLITEISMO?
Por
Felipe
Domínguez
Madre,
yo al oro me humillo,
Él
es mi amante y mi amado,
Pues
de puro enamorado
Anda
continuo amarillo.
Qué
pues doblón o sencillo,
Hace
todo cuanto quiero,
Poderoso
caballero es don dinero.
(F.
de Quevedo. 1580-1645.)
Max Weber (1864-1920), filósofo y sociólogo alemán,
decía que al fin la humanidad ha logrado llegar al monoteísmo absoluto al tener
un solo dios, “el dinero”.
Pensamiento apropiado para los tiempos que vivimos,
desgraciadamente para la mayoría prevalece más el interés por el dinero, que
por sobre su educación, su cultura y su ideología, si es que se tuvo alguna
vez, o solo se simuló tenerla para acceder fácilmente al dinero público o
privado.
Hoy es “mejor “buscar acceder al dinero fácil, no importa
si es en perjuicio de alguien o de la sociedad.
Hoy no importa si elaboro algún producto con
componentes de menor calidad o si va a perjudicar al consumidor, lo que importa
es que mis ganancias sean mayores.
Qué importa si vendo un artículo plagiado en
perjuicio del autor, lo que importa es que me dé mejores ganancias.
Esta práctica no es privativa de algún estrato o
grupo social, este fenómeno se da entre la gente común y corriente con pequeñas
tranzas hasta con los empresarios que hacen las grandes negocios, como el caso
de ODEBRECHT, FOBAPROA O LOS ACUERDOS CUPULARES PARA LA CONDONACIÓN DE
IMPUESTOS HACENDARIOS.
El dinero compra conciencias, compra voluntades,
compra dignidades, compra la justicia y seguramente tenemos muchos más
ejemplos.
Para el caso del crimen organizado, existe porque
se fortalece con dinero “fácil”, si tienen en su línea de operación la venta de
estupefacientes y no les es suficiente, está la extorsión o el secuestro; lo
importante no es saber a quién daño o a quién perjudico; lo importante es que
cada vez acumule más dinero, más riqueza y así sea más temido, más respetado y
más poderoso.
Se dice que es más difícil administrar
correctamente el dinero público que el dinero propio, esto sería lo ideal en un ámbito que por orden social
hubiese valores y respeto por parte del individuo que lo administra o de parte
de las instituciones encargadas de vigilar el uso correcto y adecuado de la
hacienda pública, sin embargo, hoy haciendo real el pensamiento de Max Webwer,
tanto individuos como instituciones hacen de esa responsabilidad una distorsión
que se permiten el uso discrecional del dinero público sin ningún remordimiento
o temor a ser sancionados porque hoy la impunidad es la imperante.
Los niños y jóvenes que se dedican al deporte
sueñan algún día ser como sus ídolos, sea en el futbol: Ronaldo, Messi, El
Chicharito, Rafa Márquez o Hugo Sánchez; si de basquetbol se tratara sueñan con
ser un Pipen o un Jordan o tal vez un Usaín Bolt o un Roger Federer. ¿Si de
política se tratase en quiénes se quisieran ver reflejados los jóvenes e
incipientes políticos? ¿Quiénes serían sus ídolos? ¿De acuerdo a sus principios
y valores, tal vez un Martin Luther King, un Gandhi, o un Che Guevara, o caso
contrario entre nuestros políticos ¿un Salinas? ¿Un Duarte? ¿O cualquier
político que se ha enriquecido sin tener un castigo por sus actos y que el
manto de la impunidad los permea y protege?
Y que también pueden ser un modelo a imitar o seguir…
En fin, nosotros, la sociedad, somos los que con nuestros
actos vamos poco a poco haciendo la trama del tejido social, y hoy somos todos
responsables en mínima o gran medida de los acontecimientos que día a día padecemos
o disfrutamos; sin embargo, nos hemos dejado deslizar por el tobogán de la
decadencia moral, política y social, en el cual, entre más vamos avanzando, más difícil se nos irá haciendo detenernos y
frenar esta caída que podría ser tan estrepitosa, que bien podríamos regresar a
la total y absoluta barbarie.
Nunca será demasiado tarde, baste que lleguemos al
hartazgo de toda esta descomposición social, y por fin nos decidamos a empezar
con nosotros mismos, con nuestra familia como en la fábula del pajarito que
quería apagar el incendio del bosque con la gotita de agua que llevaba en su
piquito.
Quien fuere en
la vida cero
no tendrá un
amigo, Andrés:
si el dinero
amigo es,
sé amigo tú
del dinero.
Mejor que un
peso, ten dos,
no hagas mal
por egoísmo,
y duda hasta
de ti mismo,
vete, y...
¡bendígate Dios!
Fragmento “La
voz del invalido”, de Antonio Plaza.
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