LA PRINCESA DE PAPÁ
Por
Elgary Vázquez
Morelos
ÉL
-Juan... ¡Juan!,
hazme caso y deja de estar todo el día pegado a esa máquina y tu teléfono.
¿Escuchaste siquiera un apalabra de lo que te dije? -
- Si mujer,
escuché. Tú, tu hermana, un café, entendido. En eso estoy, solo… solo dame un
minuto para… espera… ¡Hey! ¿Qué haces? ¡No apagues así la máquina! ¿Qué te
pasa?
- Mira, en
verdad, necesito hacer esto, no sé qué tiene Mariana, pero si la escuché algo
alterada, igual y no es nada, pero, tengo que ir. Además, hoy es sábado, sea lo
que sea del trabajo, sé que puede espera un par de horas por lo menos. Ya
saliste y tu hija lleva semanas esperando que pases una tarde con ella como lo
prometiste, ¿recuerdas?.
La veo a los ojos, se ve cansada, más que con ganas de iniciar una
pelea. De reojo, observo a Paola, que parece no darse cuenta de la situación
peinando a una de sus muñecas, pero nos escucha sin perder detalle de cada una
de nuestras palabras.
-Está
bien. Tienes razón (le digo mientras apago el celular y lo dejo a un lado de la
lap), ve, anda, salúdamela y mientras, tenemos una cita esta preciosa muñequita
y yo.
Paola al escuchar que por fin le daré el tiempo
prometido, corre a mis brazos y me da un fuerte apretón. ¡Cómo ha crecido! Increíble
que ya tenga cinco años.
-Mira
papi, vamos a tomar él te con mis
muñecas, tu siéntate en ese lado mientras te pongo tus cosas. Ah, pero como es
una tarde de chicas, ten, ponte esta peluca.
Asiento con una sonrisa algo forzada, pensando y tratando
de considerar si esto es una buena idea. Igual y puedo decirle a mi esposa que…
demasiado tarde, ya el auto se aleja por la calle principal y estoy a solas con
nuestra hija para… una tarde de chicas y té.
Pasan varios minutos donde solo soy un espectador de los
largos diálogos entre la señora ratón, una muñeca de Oaxaca despeinada y la
anfitriona de la casa con mi hija, y a pesar de no decir nada y tan solo sonreír
cada vez que me ofrece más té - acomodándome la peluca a riesgo de recibir una
reprimenda por no tenerla puesta correctamente-, pasan varios (¡muchos!)
minutos que se me hacen eternos.
-Paola,
hermosa, ¿no crees que ya fue suficiente té por este día? ¿No prefieres que veamos
la tele o una película?
- Si
papi, tienes razón - Se dirige a sus muñecas diciendo: señoras, hoy terminamos
temprano, ya ven que mi mamá dice que los hombres no saben escuchar y parece
que es cierto, pues mi papi ya se cansó, y a pesar de que aún tenemos muchos
más temas de qué platicar, ¡ya es todo por hoy!
No sé si sonreír aliviado, marcarle a
su madre para que me diga a qué se refiere exactamente nuestra hija con esto,
pero me doy por bien servido de seguir con el
té.
-Mira
papi, mira, vamos a ver esta película en la tele, es de mis favoritas, ¡de Los
Cariñositos!
Trato y lucho por no quedarme dormido,
además de esforzarme por no hacer comentarios que puedan herir a mi hija por la
trama de la cinta, ¿en serio el cariñosito malo y enojón se convierte en novio
de la más alegre y que además es una princesa?
¡Que predecible trama!
-¡Ay,
papi, mira, que bonito! ¡El cariñosito malo se volvió cariñosito bueno! -
Antes de que diga nada - porque si ya
estaba llegando al límite de mi tolerancia - observo la gran sonrisa en los ojos de mi niña
mientras aplaude de la emoción.
-¡Sí,
es genial! ¡Me encantó la película! Ahora, ¿qué más quieres hacer princesa? -
-Galletas
con chispas de chocolate como las que hacemos con mamá cuando tú estás
trabajando -
Galletas, al ritmo de la música de Los
Tigrillos - repitiendo la misma canción una y otra y otra vez - hacen que empiece a disfrutar la tarde y el
pasar tiempo con Paola. Las galletas no quedaron del todo bien, aun no me
explico cómo es posible que algo quemado por fuera quedara crudo por dentro, a
pesar de que nos esforzamos por seguir las instrucciones al pie de la letra…
ELLA:
-No
puedo creer que sea tan tarde, tardamos demasiado charlando y se me fue el
tiempo, espero que Juan no esté muy enojado, ceo es la primera vez desde que
nació nuestra hija que pasa tanto tiempo a solas con ella. Nada, silencio
total, la cocina es un desastre, ¡tardaré bastante en quitar esa grasa de la
estufa! Luces prendidas, el disco de Los Tigrillos en la reproductora. ¿Le
pasaría algo a Paola y salieron de emergencia al hospital? No, el auto ahí
está, entonces… ¿Dónde…?
Y ahí están, los observo y se me llena de emoción el
corazón. Dormidos en la cama de princesas de Paola, Juan con un par de colitas
chuecas en su cabello y las mejillas pintadas de rosa y… ¿con un chupón en la
boca? No sé quién terminó más agotado de los dos. Los tapo, le doy un beso a
cada uno y me voy a dormir. Es una escena muy tierna como para despertarlos,
además de que me podré acomodar y extender en toooda la cama sin que me quiten
las sabanas.
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