¿DE AYER A HOY HAY DIFERENCIA?
Por
Felipe Domínguez
Morelos
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso estafador.
¡todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplausos ni escalafón, los inmorales nos han igualao.
(Fragmento, E. Santos Discepolo en1934 escribe el tango CAMBALACHE.)
Hay un sinnúmero de ejemplos de hombres que han escrito novelas, obras
de teatro, parodias o tratados de filosofía o sociología que han trascendido al
paso de los siglos porque sus conceptos o pensamientos sobre del comportamiento
humano siguen vigentes, por ello, ¿porque extrañarnos de lo que hoy vivimos? Si
solo hemos sido los constructores sociales de nuestro deplorable presente.
Hagamos un comparativo en retrospección y veremos
que seguimos tan vigentes como hace siglos.
Hoy la sociedad está inundada de gobernantes deshonestos,
empresarios voraces, políticos demagogos y vividores, líderes sociales
embaucadores, los falsos redentores, los salvadores del pueblo, los
comerciantes oportunistas, los líderes gremiales simuladores y entregados al patrón
y desde luego nosotros los ciudadanos que vamos a “Dios rogando y con el mazo
dando”, etc.
Este párrafo me hace recordar un pasaje del best
seller de Taylor Coldwell en “La columna de Hierro”, donde, siendo llamado
Marco Tulio Cicerón ante el Senador Craso para hacer algunas aclaraciones por
su crítica aguda, constante y pertinaz en contra del emperador y del senado -porque
él veía que si no cambiaban las cosas la decadencia de la república era inevitable-,
el Senador Craso le pregunta a Cicerón: ¿dime
si los senadores estarían dispuestos a ceder sus dietas, sus villas, sus
mujeres y todos los privilegios que hoy disfrutan por el bien de la República? A
lo que Cicerón responde: no lo creo señor,
dime si los empresarios que elaboran las armas, los escudos, las espadas, los
sables, etc. ¿Cederían parte de sus ganancias por el bien de la República? Nuevamente
Cicerón responde: no lo creo señor, ahora
dime, si los comerciantes por el bien de la República ¿cederían parte de sus
ganancias? Cicerón responde: no
señor. Craso le dice: veamos a los
campesinos como el estrato social más bajo, ¿crees que los campesinos estén
dispuestos a renunciar o ceder parte de sus programas para el campo por el bien
de la República? Abrumado Cicerón nuevamente responde: no lo creo señor. Entonces de manera rotunda, Craso, ante todas las
respuestas vertidas por Cicerón sentencia: si
el emperador, los senadores, los empresarios, los comerciantes y los campesinos
no quieren ceder parte de sus ganancias, ni cambiar el status social y
económico en el que se encuentran, ¿por qué habríamos de cambiar todos nada más
porque un individuo desubicado y soñador anda pregonando la supuesta caída de la República?
Ahora hagamos un comparativo entre pasajes y
personajes históricos con momentos y personajes de la actualidad, y que esto nos
haga reflexionar sobre una cruda y real situación en la que nos encontramos en
cuanto a la falta de valores éticos, morales y solidarios en una época en que
la ciencia y la tecnología avanza a pasos agigantados; donde ya se exploran
nuevas formas de vida, nuevos planetas; donde podamos habitar como si
estuviéramos predispuestos a destruir y acabar con el nuestro, mientras que el
“ser” humano avanza tan lento, pero tan lento, que tal parece que aún no hemos
alcanzado a salir de las cavernas donde el hombre explota al hombre por el
hambre, y las debilidades humanas cada vez son más “fuertes”…
¿Cuándo llegará el día en que vayan a la par
ciencia y humanismo?
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