jueves, 27 de abril de 2017

SERGIO CONDE, Repaso en San Miguel



REPASO EN SAN MIGUEL

Por
Sergio F Conde  
Morelos

Este miércoles fui al DF a recoger una documentación de carácter contable... Con lo que me choca ir por allá. Aproveché la ida para acudir al Registro Civil por unas copias de mi acta de nacimiento y... zape, un gentío que se diluyo cuando leí que se pueden tramitar por Internet... como ese tiempo lo tenía destinado a ello, pos que aprovecho y ni tardo ni perezoso que me lanzo a la estación Juanacatlán para visitar mis calles de goce preadolescente y juvenil.

También pase a la vecindad donde vivían Rogelio y la palomilla, que realmente se centraba en Rogelio. Esa sí está muy cambiada porque los nuevos dueños de las casas las modificaron, les aumentaron pisos y pusieron una gran jardinera con un arbolón en medio, justo al centro del área común donde jugábamos tochito o luchas libres. Ahora ya no podríamos jugar ahí, ni siquiera lograríamos entrar porque ya pusieron reja con interphone y no entras a la vecindad sin previo aviso al que visitas.

Caminé gustoso esas calles de la manzana donde estaba "El Puente" que fue tienda de mi padre; la tlapalería del Sr. García; la farmacia de Don Polo y lo más bonito: mi casa, ahí donde nací.

Al llegar a la estación Juanacatlán salí como en las tardes después del trabajo en Bursamex, casa de bolsa, allá en los finales de los ‘80s, cuando mi familia ya estaba en Cuautla: Subir las escaleras hasta salir a Pedro Antonio de las Santos, vuelta izquierda en Gómez Pedraza, a la derecha por Protasio Tagle hasta el número 22, mi casa, pero ahora seguí de frente después de contemplarla y llegar a la esquina con Alumnos y la ultima vuelta a la derecha, ya por Pedro Antonio de los Santos, hasta retomar la entrada en la estación Junacatlán, al subterráneo del metro, llegar a Taxqueña, la estación de los autobuses, para regresar a mi nuevo hogar, hasta ahora el último, donde nuevamente estamos solos.

Cada paso me dio la oportunidad de recordar así, pasito a paso, un sin número de vivencias, de alegrías hoy convertidas en nostalgia, sobretodo del rápido paso del tiempo al ver lo altos que ya están aquellos arbolitos de las calles, tanto que ahora las hacen ver distintas por las sombras que generan y porque tapan las fachadas de las casas de los Irigoyen; de la tintorería en el 18 de Gómez Pedraza, que era de mis padres y ahora es casa de mi hermano mayor; de los Guerrero; los Gavaldón; de la tía Feliza; del salón de Belleza de las primas Martha, Claudina, Nela y Ángeles; de la Gancita, ahora esposa de Carlos Fuentes, y del Príncipe; de los alemanes altototes; de mi casa y las de los vecinos en Alumnos. 

Casi no ha cambiado la fisonomía del barrio. Prácticamente se conservan todas las casas y edificios, la privada donde vivía “el Chorrito” del programa radiofónico “La casa de Huéspedes Mejoral” de la Marquesa Solares. Fue tan agradable que hasta sentí el caminar de la gente de entonces, de Margarita - la cocinera de mamá - yendo por su pulque y las teleras del medio día para podernos hacer el tercio de telera calientita, rellena con esos frijoles negros refritos, exquisitos… ya no he vuelto a probar otros así de sabrosos.

Mi casa, la de los Conde-Mata - ahora abandonada - no deja de ser regia, preciosa, con poquísimos cambios que al exterior le hicieron, comenzando por la banqueta que ya esta sin la roturas que los árboles de colorín hicieran y que ahí están todavía, como firmes guardianes de mi pasado. Solo cambiaron el portón por un arco a cuadros de herrería tubular en la parte alta y una puerta metálica a cuadros que no deja ver nada hacia adentro; rejas cuadriculadas de acero cuadrado en las tres ventanas de la sala así como al ventanal del que al final fuera el comedor donde celebrábamos las cenas de Navidad. Las cuatro esquinas de Tagle y Alumnos están igualitititas, sólo falta “Almanza”, flaco policía que resguardaba la casa del general encargado de la seguridad metropolitana. Qué risa me dio el día que salió corriendo tras el coche que acaba de golpear otro automóvil, creyó que lo podría alcanzar a pie.


Aquí termino este paseo del camino por mi ayer, por mis calles de San Miguel Chapultepec, por mi vida que en esos escasos 35 minutos, paso en imágenes queridísimas, añoradas, que doy gracias a Dios por haberlas vivido

EDGARY VÁZQUEZ, Concurso de oratoria


CONCURSO DE ORATORIA.
TORTURAS, TERRORES Y ¿HORRORES ESCOLARES?

Por
Edgary Vázquez
Morelos

-Bueno jóvenes, lo importante es que ya todos estamos aquí. Ustedes, acomódense en el lugar que tienen asignado en la mañana, ya prefectura realizo los ajustes correspondientes; Gabriel, ven, acompáñame, tú debes estar con los demás competidores.

Caminé siguiendo al maestro Bernardo. No tenía escapatoria alguna, tomé mi lugar en las sillas que habían colocado para los competidores, y esperé.

Sorteo, el último. No sé si era de buena suerte o es el destino, me está tocando cerrar en cada participación. En el jurado está el director y la subdirectora, otra vez la presidenta de la academia de español y otros dos profesores que supongo son de la tarde, nunca los había visto.

El nivel es mayor, son muy buenos todos, pensé que los de primer grado no lo harían tan bien, pero… ¡ufff!, debo aprender  a controlar los nervios. La chica que pasó antes de mi es muy, muy buena, realmente creo que ella será la ganadora.

Finalmente, mi participación. En un turno diferente al mío, con mi grupo aplaudiendo, gritando y chiflando cuando me presentaron; mis padres y hermanos también vinieron. La explanada se ve enorme, con la mirada observo toda la plaza llena, las gradas, sin lugar alguno para nada ni nadie más. Cierro los ojos, respiro hondo, me encomiendo a todos los santos y empiezo.

Estoy… diferente, el escenario es mío; hablo, gesticulo, me muevo. No solo como declamación o ante un tema de oratoria, mi cuerpo, responde y reacciona como si fuera un actor. En un momento dado, me tiembla la voz, son los nervios, sin pensar lo aprovecho para citar una frase que leí en uno de los libros que me prestó el maestro Bernardo; cierro los ojos, una lagrima se escapa de mi ojo izquierdo, parece que me caigo y me desvanezco para levantarme con firmeza y energía, elevando la voz ante la respuesta de un ser vencido que se niega a morir. Con voz firme, de trueno, desconocida para mí, a veces, apenas un susurro, dependiendo las palabras a decir, acordes a mi entonación. Claro, tengo un micrófono que hace que las entonaciones sean percibidas hasta por la última persona.

Siento la mirada de todos los presentes pero es como si no estuvieran ahí; me olvido del jurado, de mis padres, compañeros, los de la tarde… de todos; pareciera, que estoy solo, en un monologo propio de alguien que lleva años dedicándose a esto. Finalmente, el cierre, que sin proponérmelo, resulta emotivo, como el de un ser que acaba de perder a su amada ante una terrible y trágica muerte. Nuevamente, lágrimas ruedan por mis mejillas, no hago el menor intento por ocultarlas, agacho la cabeza, en señal de un ser vencido y, un apenas audible: ¡Gracias!

No pasa nada. Nadie se mueve, nadie dice nada, ninguno reacciona… Esto es muy bueno, o muy malo. Acto seguido, al unísono, aplausos, bravos, vivas y hurras. Mi grupo empieza a corear mi nombre y en un instante, toda la escuela, los de la tarde, hacen lo mismo.

Es indescriptible esta sensación, increíble y única. Nunca, ni en mis más locos sueños, lo hubiese imaginado siquiera. Me deleito observando esta escena y una sonrisa se forma en mi rostro.

-Pues, parece que tenemos un claro ganador- Menciona el director al hacer uso de la palabra. Me entregan un reconocimiento, una pequeña estatuilla y me dicen que representare a la escuela en la siguiente fase.

Fue… la gloria este momento, mis padres y hermanos lejos de mí, dejan que disfrute el mismo; a mi alrededor se juntan mis compañeros y me cargan, como si fueran a aventarme, igual que en las bodas; finalmente me bajan ante la llamada de atención de algunos profesores.

Todo está pasando demasiado rápido, no atino a reaccionar ni a decir nada, solo me relajo y disfruto el momento. Gané. ¡Gané! ¡Dios, aun no lo puedo creer!  Creo que los sueños sí pueden ser posibles con trabajo y empeño. ¿Qué sigue ahora?, ¿la estatal? Lo que sea, estoy y me siento con ganas de enfrentar y ganar lo que se me ponga enfrente. ¡See yeess!

         

FELIPE DOMÍNGUEZ, ¿Chapulines políticos?



¿CHAPULINES?

Por 
Felipe Domínguez
Morelos



En la política como en la guerra,
Las alianzas no son para siempre,
Y las rivalidades no son eternas.
Dr. Manuel Gómora Luna.
En “Zona de Tolerancia”


A lo largo de la historia el hombre por naturaleza siempre ha tratado de sustentar el poder de dominar, de sojuzgar o de someter a sus congéneres, podemos iniciar como ejercicio de introducción al hombre de las cavernas donde era la fuerza bruta lo que le permitía defenderse y perder o vencer a sus oponentes y de esta manera tener el dominio de un clan y después una tribu; posteriormente cuando por medio del descubrimiento de la agricultura se dieron los primeros asentamientos humanos y dejar de ser nómada y convertirse en sedentarios e iniciar a pensar en extender sus dominios, se cambia la forma de establecer un dominio a través de la fuerza e inicia la era de la estrategia y surgen los estrategas quienes por este medio  logran superar  vencer a ejércitos que les superaban en número; ¿nombres? Aníbal, Escipión, el mítico Odiseo o Ulises quien a la fecha es un referente importante como estratega; Julio César, Napoleón Bonaparte, o Erwin Rommel o George Patton… y así podemos continuar con una lista interminable de generales, estrategas o astutos militares que dieron, desde este ángulo, curso a la historia.

En fin, el objetivo es o era que a través de la estrategia pudieran vencer al enemigo, y si no sentían tener la capacidad de triunfar, entonces surgen las alianzas y con todo ello nace el espionaje y la traición; lo importante era y sigue siendo detentar el poder.

Hoy, en nuestros días, y hablo a partir de 1989, cuando se da el rompimiento  al interior del PRI, y Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez se desligan del PRI, y hacen una coalición muy importante con gente de izquierda tradicional como Heberto Castillo y Gilberto Rincón Gallardo, entre otros muchos distinguidos pioneros de la izquierda mexicana. Considero que a partir de ese año, la concebida idea de lealtad institucional empieza a desmoronarse y surge un fenómeno que hoy se ha dado por llamar chaqueteros, chapulines, traidores, etc, etc…

¿Porque considero que hasta entonces? Antes de dar la respuesta permítanme reseñar sobre algunos comentarios cosechados entre amigos políticos priistas de viejo cuño, y algunos no tan tradicionales ni tan viejos,  pero que de manera local han detentado un cargo importante de poder; manifiestan su lealtad, su disciplina y compromiso inobjetable hacia su partido tricolor, y que han manifestado y señalan con índice de fuego a los que, por el interés natural y humano -no ético- de saborear las mieles del poder, buscan otros derroteros políticos donde, desde su perspectiva personal, pueden alcanzar tan ansiada posición.

Doy mi humilde respuesta, porque hasta antes del sismo de 1989 todo era PRI, todo era carro completo y no había ninguna duda de quién sería el ganador en la elección de ese año y en los venideros, y era una manera de conformarse. No me tocó, pero sigo adentro, porque “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”; ¡¡¡porque no había alternativa!!! Hoy puede ser el PRI, puede ser el PAN, puede ser el PRD o puede ser MORENA.

Considero aceptable y comprensible el cambio de partido, pero cuando no se tenga cargo alguno, y desde ahí busquen su plataforma e inicien su natural y humana búsqueda del poder; porque desde ese coyuntural año de 1989, nace la alternancia; nace la posibilidad de llegar al poder por otros caminos, por otros senderos; se termina el sometimiento institucional partidista, muere la certeza de una democracia anquilosada y anacrónica, y lo más lamentable: mueren las ideologías tradicionales IZQUIERDA-DERECHA, y  surgen los claro-oscuros, y se hace de los principios ideológicos una mezcolanza de colores que me provoca recordar al famoso camaleón político. 

Además, resurgen las alianzas y ya no entre líderes, sino entre instituciones políticas y organizaciones, siempre en búsqueda de fortalecerse y vencer al que consideran su rival más fuerte.Por todo ello buscar por otros rumbos, justificables o no, ideológicos o no, ambiciosos o no, justos o no, legales o no; lo importante es que el fin justifica los medios, todo por la inherente condición humana –no ética-de buscar el poder.



DANIEL ZETINA, Cocinar



COCINAR

Por
Daniel Zetina
Morelos
@DanieloZetina

“Un adulto que no sabe cocinar es un adolescente más”, le dije a un amigo que no cocinaba, porque de eso se encargaba su mujer (además de criar a los hijos y trabajar, claro). Me molestó su conformismo de género. Es decir, que por ser hombre, no tenía la obligación de cocinar. ¿Será cierto?

Creo que los hombres, como las mujeres, en nuestra época tendemos a la independencia y la interdependencia. Las mujeres han conquistado sus derechos (ya eran suyos) en la práctica. Pero muchos hombres aún no reconocen todos sus derechos y obligaciones o se hacen concha.

¿Por qué cocinar? Más bien, ¿por qué no hacerlo? Es algo básico, fundamental, mínimo del ser humano: comer. Y ser autosuficiente para ello es algo básico. Algo tan cotidiano que no debería depender de nadie más que de uno mismo.

Quien no sabe cocinar no enseña a comer. Mi amigo es papá de dos niños. Si él no sabe comer, menos podrá enseñar a que sus críos lo hagan de la mejor forma. Seguimos siendo punteros en obesidad infantil en México (gordos desnutridos como suele decirse).

Quien no cocina, gasta más, no solo dinero directo, sino que hace más gastos en salud (enfermedad), y gasta tiempo valioso en buscar quién le cocine o dónde comer. Cabe recordar que cuando cocinas, comes lo que quieres y cuando quieres.

Quien no cocina no sabe servir. Esto lo aprendí en la cocina de mi abuela, que pasaba días cocinando con el único fin de compartir la comida. La mayoría de las veces ella no comía por su estricta dieta, sin embargo, no privaba a su familia y conocidos de sus excentricidades gastronómicas (ella era de Guerrero).

Quizás muchos hombres piensan que siempre hay algo más importante que aprender a cocinar-comer-compartir, como… por ejemplo… en fin. Y muchos, lo he comprobado, aún viven en la esclavitud del machismo, que les impide verse como mujeres al entrar en una cocina o saber diferenciar entre una pala y una cuchara.

Habrá hombres de mucha equidad que no cocinen, es una posibilidad, pero de eso no he visto. Además, comer no solo es ingerir alimentos. Tiene que ver con la experiencia de los olores, texturas, sabores, recetas, tradiciones, historias. En fin.

Pero hay ventajas de cocinar: quien cocina es saludable o puede serlo más que quien no lo hace, es mi opinión. Quizás tu autoestima está deteriorada, pero sabes cuando tu cuerpo te dice que fue suficiente alimento aunque trates de engañarlo.

Además, una de las mejores maneras de entender la economía (y de enseñarla) es el mercado, las compras. Asimismo, en la cocina se aplican las matemáticas de forma divertida y real. La biología, la química, el calor y diversos temas de las ciencias en la educación básica igual están presentes.

Cocinar es amor, amor propio y a los demás. Cocina es conocimiento, generosidad, alegría, salud. ¿Por qué no hacerlo? Alguien con quien compartí la vida no disfrutaba casi ninguna de mis creaciones culinarias, dolía, pero eso es otra cosa y muy respetable, pues en gustos se rompen platos. Había amor, pero no el mismo paladar.


¿Aún crees que la cocina es para mujeres? ¿Consideras que si nadie te enseñó a cocinar no podrás hacerlo nunca? Siempre habrá tiempo para aprender, comer mejor y aprender algo nuevo a través de la cocina. Inténtalo, aunque seas muy macho.

PEDRO OSEGUERA, Lista de presente siempre




LISTA DE PRESENTE SIEMPRE

Por
Pedro Oseguera
Morelos


En mis sueños pasas lista de presente siempre
y agradezco a cada una de mis noches
que me mire lo feliz que me siento al soñarte
como no sueltas mi mano para guiarme
por el sendero de los nuevos planes
que están a la espera para estrenarse
cerca de tus sentimientos
que viven dentro de mi corazón
y que nunca han tratado de darse a la fuga
simple y sencillamente porque a tu lado la vida es bella
y también porque amores como el nuestro
es difícil que se encuentren de nuevo en ese camino
en donde un día, el menos pensado,
te acercaste a mi alma y tus bellos ojos me convencieron
que quedarme a tu lado era la mejor opción
para mirar el futuro sin preocupación;
el mes de abril me dice muy quedito al oído
que junto a ti, la mejor opción para dos
es que busquemos ser felices
lejos de las envidias que sin previo aviso nacen.




EL GÜERO KARL, ¿Qué tan délfica es la Literatura?



¿QUÉ TAN “DELFICA” ES LA LITERATURA? 

Por
El Güero Karl
Morelos

Hace unos días platicando con un amigo logramos problematizar a Kafka; autor que bien podría servirnos para interpretar nuestra realidad cotidiana. Vivimos en un mundo kafkiano (quien conoce su obra sabe que es así). Veíamos en este personaje y en la literatura en general, una especie de oráculo de Delfos, en donde los literatos habían descargado su sapiencia y su capacidad de describir al futuro, encriptándolo y mistificándolo para que el lector, asiduo de saber, aprehendiera las herramientas depositadas en el texto y supiera combatir en su realidad.

Sin embargo, vemos que no es así: la literatura no sirve como previsor del futuro, sino como fiel testigo de una realidad bien delimitada, en un aquí y ahora, donde se encuentra inserto el autor. Así que, habremos de preguntarnos entonces: ¿por qué la lectura de ciertas narrativas parecen una especie de vaticinio?

¿La historia es una espiral borgiana? ¿Estamos insertos en una supra cultura mundializada que, si se cuenta con suficiente agudeza visionaria, nos predispone a actuar de tal o cual manera, llevándonos a lo que parece la repetición de eventos del pasado?

Lo que es seguro es que la literatura como una producción cultural, nos habla de ciertos momentos históricos con respecto a la conformación y la vida misma de la cultura en donde se produce; así que pudiera ser posible que dentro de esta espiral llamada ser historia, miramos desde otros puntos históricos situaciones que simulan eventos del pasado. Nos obligamos a ver similitudes; empero, parece que no nos obligamos a buscar soluciones que impidan dichos aconteceres.

Esto en torno a la figura de Trump, la literatura distópica y la producción en masa de información inútil e imposible de verificar. ¿Qué tan críticos de nuestra realidad y de nuestro pasado podemos ser para combatir las políticas agresivas que se están gestando en nuestra actualidad?


Y si leemos a nuestros contemporáneos y pensamos en nuestra realidad, veríamos que no nos están hablando del futuro, sino del presente…

MIGUEL A. IZQUIERDO, Saint Louis Blues


SAINT LOUIS BLUES

Por

Miguel A. Izquierdo

Morelos



Ahí entre el Woldenberg Riverfront Park y la Jax Brewery, a unos pasos del French Market de Nueva Orleáns, está un rinconcito en el que los fines de semana se ofrece gratuitamente a los turistas, música en vivo a cargo de artistas locales.

Esa tarde fresca, en punto de las cinco pm, se acercaron a escuchar a un cuarteto de jazz-blues, vecinos del French Quarter, turistas y paseantes tempraneros.  Entre ellos estaba mi familia, evitando pasar por las cuadras lascivas de Bourbon Street.

Inicia el concierto callejero.  Pronto hago contacto visual con los músicos y algo me dice que me sienten, ¿será por el ritmo que me aflora por brazos y piernas? 

En su segunda interpretación anuncian “Saint Louis Blues” y es el baterista, un cuarentón observador, quien se la dedica al mexicano, señalándome.  Salto en regocijo como potosino y me pregunto:  ¿cómo adivinó mi procedencia?  Yo ignoraba entonces que esa pieza era por demás tradicional en el repertorio de las bandas locales, y que su origen estaba en San Luis Missouri, y no en el San Luis Potosí de mi conveniencia.  Le cuadra la elección al baterista y me mete a su bolsillo de inmediato.

Me prendo luego con un fox trot y más adelante me doy valor para pedir a Susana mi esposa, permiso para invitar a bailar un valsecito con una señora, a todas luces del barrio vecino, que como yo chasquea con alegría los dedos de sus manos, al compás de la música.

¡No creo que se niegue a bailar conmigo esta morenaza!, me digo entusiasmado con mi primera aventura pública y familiar.

Voy por ella y llegando a sus pies cubiertos por una chalina, mientras le extiendo el brazo, estreno feliz mi tono de galán castigador de película sureña,  agudo y con las últimas dos sílabas más alto: 
- Wannadancewithme?

La respuesta de mi Diva es una sonrisa tierna y consoladora, con la cabeza inclinada, que completa como explicación levantando su chalina, para mostrarme un bastón escondido al lado de su única y solitaria pierna.

Desconcertado, vuelvo hacia mi familia, sin comprender los pícaros murmullos y voces que dirigen a mi imposible bailarina, sus amigos y vecinos.

A partir de ese momento, tengo todos los motivos para entender cualquier blues, empezando con ese, “mi blues”.

Blackest woman in de whole St Louis;
Blacker de berry, sweeter is de juice
Oh, ashes to ashes, and dust to dust,
I said ashes to ashes, and dust to dust.
If my blues don't get you, my jazzing must.
                                                       
(Versos y última estrofa literalmente tomados de Saint Louis Blues  de W.C Handy, 1920)


LUIS ANGUIANO, La paella de don Carlos Morera




LA PAELLA DE DON CARLOS MORERA
(Crónica descriptiva de un recuerdo)

Por 
Luis Anguiano
Morelos


Corrían los años sesentas, recuerdo a Don Carlos Morera parado en el acceso principal entre el área de bar y cocina del Restaurante Savoy, del hotel de lujo, Los Canarios.

Su porte y presencia era realmente impactante o por lo menos así me lo parecía a mí. Con una altura aproximada de 1.70, cabello rubio, lacio y medianamente largo que en ocasiones cubría parte de su cara; ojos azules, frente amplia y robusto; en la boca un habano que lo caracterizaba; un anillo de oro y en la muñeca izquierda un reloj también de oro que más parecía esclava porque no se sujetaba a su mano, seguramente dos o tres eslabones sobraban.

El Restaurante Savoy marcó toda una época. Las grandes comilonas y festejos no se hacían esperar: cumple años, bodas, bautizos, quince años se celebraban con grandes viandas; al fondo del restaurante un espacio diseñado exprofeso para los músicos, llegando a tocar Don Alfonso Morquecho, la orquesta de ingeniería, Carlos Campos, el Maestro Ojeda y la marimba de los hermanos López. En varias ocasiones vi a Don Carlos desplazarse de forma majestuosa abriendo los brazos y con el puro en la boca solicitar a Lupita, lo acompañara para bailar un paso doble, lo cual me trae a la memoria Los Bocheros, Los Churumbeles de España e incluso al gran maestro Agustín Lara con el tema Silverio, Silverio Pérez, el príncipe milagro de la fiesta más bellaaaa…

      En el área de cocina, siempre supervisando y dando sus últimos toques Don Carlos, con su linda e inseparable Doña Lupita, mujer activa y trabajadora con la cual procreó 5 hijos: Carlos, Carmelita, Jorge, Magdalena y Gerardo.

      Por las tardes noches casi cerrando el restaurante, Don Carlos se reunía en ocasiones con buenos amigos, entre ellos mi padre… grandes e interminables charlas. Yo observaba a don Carlos. Miguel Ángel, entonces como gran clarividente, acercaba una caja de madera que contenía habanos que eran repartidos entre los comensales; él tomaba uno y con un palillo perforaba el habano se lo llevaba a la boca y con cerillos de madera lo prendía, una gran bocanada de humo aparecía, el tiro era perfecto, otros lo cortaban o mordían escupiendo el tabaco; nunca vi a don Carlos tirar la ceniza, ésta generalmente caía en su camisa.

         Cuál era mi sorpresa cuando le pedía al mesero en turno,  al buen  Miguel Ángel o Díaz (que más parecían familiares que  trabajadores), trajera algo para picar. Miguel Ángel o Díaz, se perdían entre las sombras del restaurante a media luz, y en poco tiempo reaparecían como magos: en su mano derecha portando un gran platón  conteniendo  queso manchego, cotija y panela; jamón, salami, mortadela, chorizo, morcilla, jamón serrano finamente cortado, aceitunas, pan,  mantequilla,  y una preparación de aceite de oliva con cebolla y sofrita con pimentón; sin faltar, por supuesto,  una  buena copa de vino tinto y whisky.

La especialidad del Restaurante Savoy era la paella, pero como buen español también lucía la gran preparación de la fabada y la zarzuela. A mí, en lo particular me parecía exquisita y deliciosa la crema de elote con una pizca de pimienta y con barquitos de pan.

Era mi paso obligado para ir a los jardines y albercas del hotel transitar por el frente de la ventana de la cocina del Savoy, en ese momento no sé porqué me detenía y veía la preparación de la paella. Me parecía gigantesca, ahí sofreían las piezas de pollo, la carne de puerco, el chorizo y el arroz, y se integraban las demás guarniciones; los olores penetraban en mi inconsciente;  era una verdadera fiesta de magia digna de los sabios alquimistas para concluir en las maravillas del disfrute y paladear tan exquisitas mezclas de sabores y colores.

Al paso del tiempo Don Carlos le enseñó a mi madre los secretos de  la paella, los cuales obviamente fueron transmitidos a mi hermana y a mi esposa, que dudo, en mucho, superen o igualen al maestro; sin embargo, cada vez que se prepara pienso en un tributo a Don Carlos, y se le recuerda con cariño y nostalgia… ¡OLEEEE!



viernes, 7 de abril de 2017

PEDRO I. OSEGUERA, El Sexo del Amor de los Casados




EL SEXO DEL AMOR DE LOS CASADOS

Por 
Pedro I. Oseguera
Morelos



Cuando el sexo del amor de los casados

le hace falta tiempo, deseo y pasión
uno no sabe si el propósito
es la de asesinar al corazón
mientras la única opción
es la de pelearse con la almohada
cuando la mente se llena de dudas.


Cuando el sexo del amor de los casados
se olvida al caer la noche
los besos se pierden
mientras las ganas se mueren
entre el pretexto de siempre
“es que me quede esperando…
a que me insinuaras algo”.


Cuando el sexo del amor de los casados
al pasar los días no se consume
uno se pierde entre tantas preguntas
que suelen surgir al amparo de la luna
y uno no atina a encontrar la mejor respuesta
para tratar de llegar hasta la gloria
que suele encontrarse en un suspiro de más.


FELIPE DOMÍNGUEZ, De ayer a hoy, ¿hay diferencia?





¿DE AYER A HOY HAY DIFERENCIA?

Por
Felipe Domínguez
Morelos


Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso estafador.
¡todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplausos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. 

(Fragmento, E. Santos Discepolo en1934 escribe el tango CAMBALACHE.)


Hay un sinnúmero de ejemplos de hombres que han escrito novelas, obras de teatro, parodias o tratados de filosofía o sociología que han trascendido al paso de los siglos porque sus conceptos o pensamientos sobre del comportamiento humano siguen vigentes, por ello, ¿porque extrañarnos de lo que hoy vivimos? Si solo hemos sido los constructores sociales de nuestro deplorable presente.

Hagamos un comparativo en retrospección y veremos que seguimos tan vigentes como hace siglos.

Hoy la sociedad está inundada de gobernantes deshonestos, empresarios voraces, políticos demagogos y vividores, líderes sociales embaucadores, los falsos redentores, los salvadores del pueblo, los comerciantes oportunistas, los líderes gremiales simuladores y entregados al patrón y desde luego nosotros los ciudadanos que vamos a “Dios rogando y con el mazo dando”, etc.

Este párrafo me hace recordar un pasaje del best seller de Taylor Coldwell en “La columna de Hierro”, donde, siendo llamado Marco Tulio Cicerón ante el Senador Craso para hacer algunas aclaraciones por su crítica aguda, constante y pertinaz en contra del emperador y del senado -porque él veía que si no cambiaban las cosas la decadencia de la república era inevitable-, el Senador Craso le pregunta a Cicerón: ¿dime si los senadores estarían dispuestos a ceder sus dietas, sus villas, sus mujeres y todos los privilegios que hoy disfrutan por el bien de la República? A lo que Cicerón responde: no lo creo señor, dime si los empresarios que elaboran las armas, los escudos, las espadas, los sables, etc. ¿Cederían parte de sus ganancias por el bien de la República? Nuevamente Cicerón responde: no lo creo señor, ahora dime, si los comerciantes por el bien de la República ¿cederían parte de sus ganancias? Cicerón responde: no señor. Craso le dice: veamos a los campesinos como el estrato social más bajo, ¿crees que los campesinos estén dispuestos a renunciar o ceder parte de sus programas para el campo por el bien de la República? Abrumado Cicerón nuevamente responde: no lo creo señor. Entonces de manera rotunda, Craso, ante todas las respuestas vertidas por Cicerón sentencia: si el emperador, los senadores, los empresarios, los comerciantes y los campesinos no quieren ceder parte de sus ganancias, ni cambiar el status social y económico en el que se encuentran, ¿por qué habríamos de cambiar todos nada más porque un individuo desubicado y soñador  anda pregonando la supuesta caída de la República?

Ahora hagamos un comparativo entre pasajes y personajes históricos con momentos y personajes de la actualidad, y que esto nos haga reflexionar sobre una cruda y real situación en la que nos encontramos en cuanto a la falta de valores éticos, morales y solidarios en una época en que la ciencia y la tecnología avanza a pasos agigantados; donde ya se exploran nuevas formas de vida, nuevos planetas; donde podamos habitar como si estuviéramos predispuestos a destruir y acabar con el nuestro, mientras que el “ser” humano avanza tan lento, pero tan lento, que tal parece que aún no hemos alcanzado a salir de las cavernas donde el hombre explota al hombre por el hambre, y las debilidades humanas cada vez son más “fuertes”…

 ¿Cuándo llegará el día en que vayan a la par 
ciencia y humanismo?


EL GÜERO KARL, Microrealidad



MICROREALIDAD

Por
El Güero Karl
Morelos


La niña no fue asesinada por Erick o Berta.

A ella, la mató el silencio de una sociedad entera.

EDGARY VÁZQUEZ, La Princesa de Papá

LA PRINCESA DE PAPÁ

Por 
Elgary Vázquez
Morelos

ÉL
-Juan... ¡Juan!, hazme caso y deja de estar todo el día pegado a esa máquina y tu teléfono. ¿Escuchaste siquiera un apalabra de lo que te dije? -

- Si mujer, escuché. Tú, tu hermana, un café, entendido. En eso estoy, solo… solo dame un minuto para… espera… ¡Hey! ¿Qué haces? ¡No apagues así la máquina! ¿Qué te pasa?

- Mira, en verdad, necesito hacer esto, no sé qué tiene Mariana, pero si la escuché algo alterada, igual y no es nada, pero, tengo que ir. Además, hoy es sábado, sea lo que sea del trabajo, sé que puede espera un par de horas por lo menos. Ya saliste y tu hija lleva semanas esperando que pases una tarde con ella como lo prometiste, ¿recuerdas?.

La veo a los ojos, se ve cansada, más que con ganas de iniciar una pelea. De reojo, observo a Paola, que parece no darse cuenta de la situación peinando a una de sus muñecas, pero nos escucha sin perder detalle de cada una de nuestras palabras.

-Está bien. Tienes razón (le digo mientras apago el celular y lo dejo a un lado de la lap), ve, anda, salúdamela y mientras, tenemos una cita esta preciosa muñequita y yo.

Paola al escuchar que por fin le daré el tiempo prometido, corre a mis brazos y me da un fuerte apretón. ¡Cómo ha crecido! Increíble que ya tenga cinco años.

-Mira papi, vamos  a tomar él te con mis muñecas, tu siéntate en ese lado mientras te pongo tus cosas. Ah, pero como es una tarde de chicas, ten, ponte esta peluca.

Asiento con una sonrisa algo forzada, pensando y tratando de considerar si esto es una buena idea. Igual y puedo decirle a mi esposa que… demasiado tarde, ya el auto se aleja por la calle principal y estoy a solas con nuestra hija para… una tarde de chicas y té.

Pasan varios minutos donde solo soy un espectador de los largos diálogos entre la señora ratón, una muñeca de Oaxaca despeinada y la anfitriona de la casa con mi hija, y a pesar de no decir nada y tan solo sonreír cada vez que me ofrece más té - acomodándome la peluca a riesgo de recibir una reprimenda por no tenerla puesta correctamente-, pasan varios (¡muchos!) minutos que se me hacen eternos.

-Paola, hermosa, ¿no crees que ya fue suficiente té por este día? ¿No prefieres que veamos la tele o una película?

- Si papi, tienes razón - Se dirige a sus muñecas diciendo: señoras, hoy terminamos temprano, ya ven que mi mamá dice que los hombres no saben escuchar y parece que es cierto, pues mi papi ya se cansó, y a pesar de que aún tenemos muchos más temas de qué platicar, ¡ya es todo por hoy!

         No sé si sonreír aliviado, marcarle a su madre para que me diga a qué se refiere exactamente nuestra hija con esto, pero me doy por bien servido de seguir con el  té.

-Mira papi, mira, vamos a ver esta película en la tele, es de mis favoritas, ¡de Los Cariñositos!

         Trato y lucho por no quedarme dormido, además de esforzarme por no hacer comentarios que puedan herir a mi hija por la trama de la cinta, ¿en serio el cariñosito malo y enojón se convierte en novio de la más alegre y que además es una princesa?  ¡Que predecible trama!

-¡Ay, papi, mira, que bonito! ¡El cariñosito malo se volvió cariñosito bueno! -
         
        Antes de que diga nada - porque si ya estaba llegando al límite de mi tolerancia -  observo la gran sonrisa en los ojos de mi niña mientras aplaude de la emoción.

-¡Sí, es genial! ¡Me encantó la película! Ahora, ¿qué más quieres hacer princesa? -
-Galletas con chispas de chocolate como las que hacemos con mamá cuando tú estás trabajando -

         Galletas, al ritmo de la música de Los Tigrillos - repitiendo la misma canción una y otra y otra vez -  hacen que empiece a disfrutar la tarde y el pasar tiempo con Paola. Las galletas no quedaron del todo bien, aun no me explico cómo es posible que algo quemado por fuera quedara crudo por dentro, a pesar de que nos esforzamos por seguir las instrucciones al pie de la letra…

        
ELLA:
-No puedo creer que sea tan tarde, tardamos demasiado charlando y se me fue el tiempo, espero que Juan no esté muy enojado, ceo es la primera vez desde que nació nuestra hija que pasa tanto tiempo a solas con ella. Nada, silencio total, la cocina es un desastre, ¡tardaré bastante en quitar esa grasa de la estufa! Luces prendidas, el disco de Los Tigrillos en la reproductora. ¿Le pasaría algo a Paola y salieron de emergencia al hospital? No, el auto ahí está, entonces… ¿Dónde…?

Y ahí están, los observo y se me llena de emoción el corazón. Dormidos en la cama de princesas de Paola, Juan con un par de colitas chuecas en su cabello y las mejillas pintadas de rosa y… ¿con un chupón en la boca? No sé quién terminó más agotado de los dos. Los tapo, le doy un beso a cada uno y me voy a dormir. Es una escena muy tierna como para despertarlos, además de que me podré acomodar y extender en toooda la cama sin que me quiten las sabanas.