domingo, 8 de octubre de 2017

EDGARY VÁZQUEZ, Secuelas del 19 09 17



SECUELAS DEL 19-09-17.

Por
M. Edgary Vázquez López.
Morelos, México.

*CRÓNICAS/RELATOS DEL TEMBLOR
MÉXICO, S19


         Mucho se ha hablado, dicho y visto de esta fecha que nos sacudió nuevamente a todos los mexicanos, máxime a los de la tierra de Zapata que nunca imaginamos que fuera posible esta situación.

         Estar de voluntario, ayudar, con la falsa e ingenua idea de que siempre se tendrán victorias y saldrá lo mejor y lo esperado, es tan solo una mentira piadosa que se repite sin cesar para ir y estar en la primera fila de la tragedia. Sin embargo… dolorosamente, no siempre es así.

         Hoy que acabo de llegar a casa, esta madrugada, sigo sin poder dormir, preguntándome que fue lo que ocurrió, ¿en qué fallamos?, ¡me siento terrible e impotente!, con una sensación de vacío y que le fallamos a esa familia. 
Terminó un día más donde la pesadilla en muchos lados sigue presente.

La ayuda pareciera ser escasa o insuficiente ante la magnitud de la devastación. Se trata de ayudar, aportar, sumar. Estar de buen ánimo y en la medida de lo posible elevar la actitud de los demás, con quienes se trabaja en estas jornadas maratónicas humanitarias; como una forma de distraer de esta realidad: un chiste, un chascarrillo, la broma entre camaradas… algo, lo que sea, con tal de hacer amena la situación.

Demasiadas historias, mucho por hacer y en ocasiones, como hoy, a pesar de los deseos, toda la lucha y el esfuerzo más allá de lo que se creía posible se falla miserablemente; de darlo todo y dejar alma, corazón y esfuerzo, el resultado no es el esperado. Dan ganas de llorar, reclamar, maldecir...decir que no es justo y preguntar qué clase de mundo bizarro es este, donde una o varias vidas se pierden por escasos minutos, por llegar tarde, por no ser suficiente el trabajo realizado.

Trabajamos en una cadena, apoyando a los rescatistas y profesionales. Quitando escombros, llevando agua, removiendo con cuidado la estructura que amenazaba con derrumbarse ante la menor provocación. Muchas horas, con el calor agobiante y el cansancio que parecía no existir ante la premura de sacar con vida a estas personas. Sin darnos cuenta, la noche nos alcanzó y con ella, la lluvia, que parecía una mala broma del destino, pues reblandecía aún más la ya endeble vivienda y dificultaba la labor. ¡No importa!, no nos pensábamos rendir, teníamos que llegar al final y rescatar a esta gente.

         Sin embargo, toda la ayuda, el esfuerzo, el trabajo efectuado y las largas horas que dedicamos a esta labor, fueron en vano. Pero, por como ocurrió, te deja con un sentimiento de frustración, de burla, de enojo… impotencia, rabia y mucho dolor, demasiado, uno que te desgarra el alma y todo tu ser porque realmente se creía que sería posible evitar esta tragedia.

         Pareciera que solo estuvimos presentes en ese lugar para ver cómo se vencía esta casa ante nuestros ojos en menos de un minuto. Nos quedamos pasmados y sorprendidos, nunca hubo un tiempo de reacción. Como si esperara ese preciso instante de hacer un alto para tomar un poco de agua y recupera el aliento para que esto ocurriera.

         Un gran estruendo y la polvareda. La reacción instantánea de alejarte de ese lugar y cubrirnos de la mejor manera posible. Lluvia, lodo, una casa colapsada en sí misma y sin posibilidad alguna de rescatar a nadie ya. El grito del niño pequeño que sabía su familia se encontraba en ese lugar. El paramédico que lo intercepta y lo agarra con fuerza, impidiendo que se acerque más a lo que antes era su hogar, en medio de llanto, pataleo y el esfuerzo desesperado de ir a donde su familia encontró ese trágico fin.  

         Ya no supe que paso después, fue como un zumbido y como estar ausente de ahí en adelante. Cuando me di cuenta, ya regresábamos a casa. En silencio, callados y no me di cuenta de que llorábamos de manera sigilosa. Decir que esta gente partió y lejos están del sufrimiento y dolor, suena  a una cantaleta inútil y complaciente. Sé que el llanto es necesario, que limpia las heridas del alma y gradualmente aminora el dolor, pero hoy, ahora, mi alma está de luto y duele, porque fallamos en lo que se supone teníamos que hacer


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