EXTRAÑAS APARICIONES.
Por
M. Edgary Vázquez López.
Morelos, México.
- -Y aquí es su habitación señora
Rodríguez. La cama, la televisión con el control remoto en la cómoda, este es
el botón del aire acondicionado. El baño está ahí enfrente, completamente
desinfectado y el botón de emergencias por si necesita algo. Mañana la revisa
el doctor para su operación. Si necesita algo, no dude en llamarme-
- -Gracias, muy amable señorita-
Me quedé a solas en la habitación, desempacando lo
que llevaba y acomodando en el pequeño closet mis pertenecías personales. Si
bien no era necesario pasar una noche antes de que me operaran en el hospital,
pensé que era lo mejor, para evitar llegar tarde o cualquier contratiempo. La
intervención programada a las 8:00 am no presentaba mayores dificultades, así
que entré al baño para lavarme los dientes, hacer mis necesidades fisiológicas
y al terminar y salir de allí, la vi.
Una señora, con bata azul, de las típicas de
cualquier hospital, que se abren de atrás y no cubren mucho. Sujetando su tubo
con el suero y caminando como si estuviera perdida en una de las esquinas del
cuarto. No le veía la cara, me daba la espalda mientras movía la cabeza y decía
algo que no alcanzaba a comprender. Balbuceaba, casi chocaba con la pared, como
si quisiera atravesarla y repetía algo una y otra y otra vez.
-
¿Señora, puedo ayudarle?. ¿Se
perdió o necesita algo?. Esta es mi habitación, la 333. ¿Quiere, necesita…?
Justo antes de terminar esta última pregunta,
tocaron la puerta y se abrió casi inmediatamente. Era mi médico que trabajaba aquí mismo y
venía a cerciorarse de que ya estuviese
instalada y todo se mantuviera bajo control.
Antes de señalarle a la intrusa, de decirle nada,
giré la vista en dirección de mi visitante previa y no estaba. No había tal, ni
rasgo ni asomo de que alguien más que yo estuviese en la habitación.
¿Imaginación?. Era imposible que se escabullera de alguna manera, solo había
una puerta, que es por la que entró el doctor.
-¿Me escuchó señora Rodríguez? ¿Tiene alguna duda?.
-¿Disculpe?. No, ninguna doctor, solo, estoy algo cansada
me parece.
- Trate de dormir y no se preocupe, los estudios han
salido perfectos y solo es un tratamiento de rutina, por decirlo de algún modo,
pero que es necesario hacer. No queremos se complique y si se trate de alguna
situación de emergencia.
- Sí. Gracias doctor, es lo mejor, dormir, sí.
Me quedé a solas en la habitación, con el televisor
prendido sin prestarle atención, con la imagen de esa extraña mujer que me
pareció verla ahí mismo momentos antes. No, debe ser el cansancio, los nervios,
una jugada de mi mente por la intervención de mañana. Dormir, es lo mejor.
Desperté de golpe en la madrugada, a las tres de la
madrugada al parecer, con la extraña y horrible sensación de estar siendo
observada. En lo que mis ojos se habituaban, giré sin darme cuenta la cabeza en
dirección a la esquina, esa misma esquina y ahí estaba, otra vez. La misma
mujer haciendo lo mismo: balbuceaba, casi chocaba con la pared, como si
quisiera atravezarla y repetía lo mismo una y otra y otra vez. A pesar de no
estarme viendo, pues no le podía ver el rostro (ni quería hacerlo), sentía su
mirada en mí.
Ya no aguanté más, salí de ese lugar lo más rápido
posible y me quedé afuera en la zona de espera. No lo podía creer, ¿qué era
eso? ¿un fantasma? ¡Eso no existe!, y sin embargo, sentía los pelos de punta
y un gran frío y miedo, estaba temblando y me costó trabajo controlarme.
- -Hola, me alegra verte-
- - ¿Quién, qué… dónde? ¡La misma
mujer, la señora de la habitación!, ahí, junto a mí, sentada y… ¿sonriendo?
-
- -Ahora eres mía, una más, todas
ustedes, las que se quedan en mi habitación, donde me mató ese estúpido doctor,
y ahora, te quedarás aquí, con las otras-
Miré y traté de escapar horrorizada y entonces lo
vi, más bien, me vi. El doctor y los médicos tratando de reanimar mi cuerpo y
este que adquiría un tono azul cada vez más rígido. Traté de gritar para que me
auxiliaran, escapar de ese lugar. Vi como los médicos se daban por vencidos y
cubrían con una sábana blanca mi cuerpo. ¡No! ¿Qué estaba pasando? Sentí un
jalón fuerte y después, la nada… una especie de limbo, con muchas otras mujeres
gritando y llorando, todo negro, sin luz alguna y escuchando a esa mujer que
salía en busca de una víctima más...
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