DE PROFES Y
ESTUDIANTES
Por
Edgary Vázquez
Morelos
Llegamos
a la casa del ingeniero al cuarto para las 7 de la mañana, del domingo previo
al 15 de mayo. Sí que vivía muy humilde, su casa era de madera con techo de
lámina, su taxi estaba estacionado en la calle sin pavimentar y lo que
suponemos era su perro, impidió que nos acercáramos más. Tocamos en el
alambrado y gritando le llamamos por su nombre.
-¡Cállate,
Sansón!- escuchamos que le gritaban al perro desde adentro de la vivienda.
-¡Ing.
Severo, muy buenos días!- Gritó Leonardo. -¡Venimos a saludarlo!-
Se
movió una cortina al interior de su hogar y vimos que se asomó. -¡Voy!, ¡ahí voy!- gritó.
-Ya
que salió, despeinado, en short, con una camiseta sin mangas y frotándose los
ojos, lo primero que nos dijo fue: -¿Vienen borrachos o muy borrachos muchachos?
¿Cómo supieron donde vivo?-
-No
profe,- se adelantó a decir Leonardo,- ¿Cómo cree?, sólo pasamos a saludarlo y
a entregarle este regalo por el día del maestro, no queríamos que nadie se nos
adelantara.-
El
Profesor vio la botella y abrió los ojos de golpe. -¡A caray!, esta es de las
buenas muchachos. Espero no la hayan robado y los venga siguiendo la tira.-
-¡No
profe!, ¿qué paso? - Mencionamos todos al mismo tiempo como si nos hubiésemos
puesto de acuerdo.
-Pues
gracias, hoy mismo le voy a dar bajín- respondió el ingeniero- Pues, les
gradezco mucho… (silencio incomodo por varios
- muchos - minutos). Y continuó: -Pues, si no hay otra cosa que tratar,
voy a regresar a dormir.-
-Si,
ingeniero -dijo Omar- Sólo, aprovechando que estamos aquí, queríamos preguntar
de los exámenes, cómo vamos o cómo hemos salido, si nos puede echar la mano o…-
El
profesor le interrumpió levantando la mano y llevándose el índice a la boca,
diciendo: -A ver muchachos, ustedes ya saben cómo son las reglas del juego,
esto no cambia ni modifica nada, y si creen que con esta botella me están
comprando para salir bien de la prepa…-
-¡No,
no, ¡de ninguna manera!- Volvimos a mencionar todos- Es un regalo, por su labor
y por enseñarnos. Ya sabe, su dedicación, entrega, entusiasmo…-
-De
acuerdo, está bien, de todas maneras, no la pensaba devolver. No por otra cosa,
si no por no hacerles una grosería.-
-(….
Hijo de su… macarena jefa, ¡ya nos la aplicó!).
Dicho
esto, se despidió de nosotros, se metió a su casa con la botella en la mano y nos dejó ahí, perplejos y sin
saber qué hacer, ante la mirada curiosa de Sansón.
-¿Y
ahora?- dijo por fin Agustín- ¿Qué hacemos o qué sigue?-
-Nada-
respondió Leonardo- Cada quien a su casa, ya mañana vemos qué pex, a estudiar
para sus méndigos exámenes, supongo-
-Sí,
creo es lo mejor -dijo Omar-, yo voy a ver si me puedo dormir otro rato. ¡Ahí
se ven!-
- Sí… -contestó Efraín con la mirada en el
vacío- No creo que realmente quiera que aprendamos, lo que quiere es jodernos y
que reprobemos. ¡Cómo odio a ese desgraciado viejo miserable! ¡Con sus
estúpidos problemas y derivadas y límites y las integrales y… todas esas
fregaderas que de nada sirven!-
-Si
también lo he pensado. No tengo ni idea de cómo voy en su materia-
-Vas
bien, Toño, tú sabes de eso. Tú y Leonardo no tienen de qué preocuparse,
perdidos los demás que no sabemos nada de su clase-
-Jodidos
el “Zigua” y su banda, ellos sí de plano están por la calle de la amargura. No
saben ni siquiera cuanto es 7 por 3 sin utilizar una calculadora. -Respondí
tratando de animar a mi amigo-
-
¡Jajajajaja!- Efraín se empezó a reír con ganas y desenfrenadamente. Sí, es
cierto, ¡los idiotas no saben ni multiplicar!- dijo riéndose abiertamente.
-
No te preocupes mi Efra, sabes que te voy a seguir apoyando con los exámenes,
sólo siéntate atrás o a un lado y ya con eso.
-
Gracias carnalito- Nos despedimos con un apretón de manos, un abrazo y me
dirigí a casa, preguntándome si estaría en problemas. ¿Mis padres habrán notado
que me salí desde la madrugada? ¿Es a esto a lo que se refieren de ver en qué
esquina tendré que vender tamales?. ¿Escogen a los más sádicos para dar clases
de matemáticas o cómo va el asunto?-
Con
estas y miles más de interrogantes sin responder, emprendí el largo camino a
casa ante el fracaso de nuestra misión… Ni hablar…
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