jueves, 15 de marzo de 2018

EL GÜERO KARL, ¡Liberemos a las vacas!




¡LIBEREMOS A LAS VACAS!
Por
El Güero Karl 
Ciudad de México

Ni siquiera puedo comparar a nuestra sociedad con un matadero de reses; sin embargo, me parece que vivimos de una manera muy similar. Viajamos en servicios públicos en espacios confinados, con incomodidad y egoísmo, pues si entré yo, por qué voy a dejar que entre alguien más; “si no te gusta, vete en taxi”; es lo que grita mucha gente sin detenerse a pensar que quizá, la persona que entra por la fuerza al transporte es por la misma razón que toda la otra gente: carece de recursos para irse en taxi, y va a perder su bono por puntualidad.

Parece que hoy más que nunca, vivimos ante la expectativa de que el sistema económico nos premie por nuestros grandes resultados. Llegar temprano al trabajo, sacar las mejores calificaciones, demostrar nuestros conocimientos, hacer hincapié en los errores ajenos, humillar a quien parece no encajar en este sistema, ganar medallas deportivas, entre muchas, muchas otras recompensas.

Somos las bestias más egoístas, más ensimismadas, pues sólo pensamos en que no nos degüellen antes que a todas las otras reses. Nuestra vida es la única que importa. Nuestros intereses son los únicos que valen. Nuestras ideas son las únicas con fundamento. Somos una espantosa calca de los cerdos de Orwell, explotamos a quien se deja; y a quien se queje, lo pisoteamos.

Empero, hay grupos que buscan hacer contrapeso hacia quienes se han apropiado de una ideología alienante. Grupos que todavía creen en las relaciones amorosas, esas que hablan de la responsabilidad de nuestras acciones y de nuestras propuestas. Porque lo creemos, porque creemos que hay otra forma de vivir. Una en donde no quepa la subordinación de la otredad, sino que se generen espacios de discusión del bien común. Definitivamente creemos, que hay que repolitizar los espacios.

Deben existir formas en donde no tengamos que pagar por el espacio en donde vivimos; porque no creemos que la tierra deba considerarse como una mercancía, ni la naturaleza, ni la gente. No somos mercancías. No somos fuerza de trabajo explotable. No más explotación de la otredad.

Sólo hay un problema, el sistema es capaz de moldearse, se convierte en todo lo que queremos, nos hace desearlo, nos fetichiza para que no nos escapemos de sus garras.

        No vaciemos de sentido nada de lo que hagamos, y si ya lo estamos haciendo, una muy sana recomendación es: pregúntate para qué estás haciendo eso, ¿a cuántos seres estás lastimando con eso?

¿Sencillo? Para nada, si ni siquiera se lo puedes plantear a tus seres más cercanos, entonces, ¿para qué quieres vivir diferente? ¿Podemos vivir diferente? ¿Quieres que te exploten hasta que te mueras? ¿Eres única/o y diferente? No te preocupes, hay millones igual a ti, igual de egoístas…

Lo triste es que… las vacas también son esclavas.

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