¡LIBEREMOS A LAS VACAS!
Por
El Güero Karl
Ciudad de México
Ni
siquiera puedo comparar a nuestra sociedad con un matadero de reses; sin
embargo, me parece que vivimos de una manera muy similar. Viajamos en servicios
públicos en espacios confinados, con incomodidad y egoísmo, pues si entré yo,
por qué voy a dejar que entre alguien más; “si no te gusta, vete en taxi”; es
lo que grita mucha gente sin detenerse a pensar que quizá, la persona que entra
por la fuerza al transporte es por la misma razón que toda la otra gente: carece
de recursos para irse en taxi, y va a perder su bono por puntualidad.
Parece
que hoy más que nunca, vivimos ante la expectativa de que el sistema económico
nos premie por nuestros grandes resultados. Llegar temprano al trabajo, sacar
las mejores calificaciones, demostrar nuestros conocimientos, hacer hincapié en
los errores ajenos, humillar a quien parece no encajar en este sistema, ganar
medallas deportivas, entre muchas, muchas otras recompensas.
Somos
las bestias más egoístas, más ensimismadas, pues sólo pensamos en que no nos
degüellen antes que a todas las otras reses. Nuestra vida es la única que
importa. Nuestros intereses son los únicos que valen. Nuestras ideas son las
únicas con fundamento. Somos una espantosa calca de los cerdos de Orwell,
explotamos a quien se deja; y a quien se queje, lo pisoteamos.
Empero,
hay grupos que buscan hacer contrapeso hacia quienes se han apropiado de una
ideología alienante. Grupos que todavía creen en las relaciones amorosas, esas
que hablan de la responsabilidad de nuestras acciones y de nuestras propuestas.
Porque lo creemos, porque creemos que hay otra forma de vivir. Una en donde no
quepa la subordinación de la otredad, sino que se generen espacios de discusión
del bien común. Definitivamente creemos, que hay que repolitizar los espacios.
Deben
existir formas en donde no tengamos que pagar por el espacio en donde vivimos;
porque no creemos que la tierra deba considerarse como una mercancía, ni la
naturaleza, ni la gente. No somos mercancías. No somos fuerza de trabajo
explotable. No más explotación de la otredad.
Sólo
hay un problema, el sistema es capaz de moldearse, se convierte en todo lo que
queremos, nos hace desearlo, nos fetichiza para que no nos escapemos de sus garras.
No
vaciemos de sentido nada de lo que hagamos, y si ya lo estamos haciendo, una
muy sana recomendación es: pregúntate para qué estás haciendo eso, ¿a cuántos
seres estás lastimando con eso?
¿Sencillo?
Para nada, si ni siquiera se lo puedes plantear a tus seres más cercanos,
entonces, ¿para qué quieres vivir diferente? ¿Podemos vivir diferente? ¿Quieres
que te exploten hasta que te mueras? ¿Eres única/o y diferente? No te
preocupes, hay millones igual a ti, igual de egoístas…
Lo
triste es que… las vacas también son esclavas.